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lunes, 9 de diciembre de 2013


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El origen de la pantomima se encuentra en las dionisíacas, donde el lenguaje corporal era el instrumento de representación por excelencia. Posteriormente, la moral fue imponiendo la palabra sobre el gesto, ocultando los ritos de ménades y sátiros, que dejaron de ser explícitos, para recrearse por medio de la abstracción y la intelectualidad sobre el escenario. Es entonces que el teatro griego pone la palabra como elemento primordial, desplazando a un segundo lugar los movimientos escénicos que se redujeron al mínimo. Pero esto ocurría a nivel culto, en los teatros.




El cine y la pantomima:
El naciente arte cinematográfico, carente de sonido, debió asistirse de los recursos que le fueran posibles, cuando decidió emprender las representaciones escénicas, fue entonces que recurrió a la pantomima. Fue este el último período de auge importante de esta modalidad. Uno de los mayores exponentes de ese período fue Charles Chaplin.


Música y Mitología

Los mitos de Orfeo y de Dioniso arrojan luz sobre los conceptos musicales de los antiguos griegos. Orfeo canta y se acompaña con los sones de la lira (un instrumento de cuerda provisto de caja acústica hecha con el caparazón de una tortuga y de unos brazos unidos por un travesaño para tensar las cuerdas) encantando así a todo el que le escuchase e incluso calmando a los animales feroces. Dioniso, en cambio, no canta, pero perturba el ánimo con el sonido penetrante de su chirimía (aulós).
Ambos mitos simbolizan el poder de la música, pero mientras el primero subraya su valor educativo, el segundo demuestra hasta qué punto la música puede confundir y extraviar cuando no está guiada por el texto y la razón. Esta contraposición se refleja incluso en los instrumentos empleados: quien toca la flauta o cualquier instrumento de viento no puede cantar y, por lo tanto, no es capaz de desbastar la sensualidad de sus melodías con el significado del texto entonado; por el contrario, la lira y los instrumentos de cuerda en general permiten conciliar el placer de la buena música con las exigencias de equilibrio racional ofrecidas por las palabras.




http://nukithepianist.wordpress.com/la-musica-en-la-antiguedad/
Música Hebrea
Para comprender la música de los comienzos del cristianismo, es necesario un rápido esbozo de la música hebrea. Los primeros cristianos, movidos por la necesidad de elaborar un repertorio de cantos y plegarias para su nueva liturgia, recurrieron a las melodías hebreas y a la teoría musical griega. Los componentes esenciales de la cultura musical hebrea son dos: la entonación melismática, es decir ese modo particular de leer el texto bíblico que está a mitad de camino entre el canto propiamente dicho y un canto con escasa inflexión melódica y basado en la escanción de las palabras (declamación), y la salmodía, es decir el canto de los salmos basado en la repetición de una nota central y en breves ornamentaciones de la melodía que sirven para subrayar el inicio y el fin de los versículos. En particular, la salmodía será heredada por la cultura cristiana medieval y permanecerá durante mucho tiempo como punto de referencia para varias “situaciones” musicales.

Mesopotamia y Egipto

Mesopotamia y Egipto fueron las dos grandes cunas de la civilización occidental, incluso en el campo de la música. El pensamiento griego obtendrá de ellas las bases para elaborar sus propios conceptos sobre la música.
Instrumentista de viento
Las incrustaciones y bajorrelieves de la civilización sumeria (3000-2000 a.C.) testimonian, también en ella, el estrecho vínculo entre música y religión. Así, el canto, con frecuencia acompañado por instrumentos, formaba parte de la liturgia y de las prácticas mágicas. Los custodios de la música, definida por los sumerios como cantilena (kalutu), eran sacerdotes, matemáticos y astrólogos; con el correr del tiempo se fueron elaborando textos rituales cada vez más ricos y variados, organizándose de tal modo que los salmos y los himnos se sucediesen según las finalidades de la plegaria. Los bajorrelieves documentan la existencia de una viva actividad de la música profana: en ellos se reperesentan escenas de fiestas, ceremonias y banquetes amenizados por músicos y bailarinas. Los sumerios cantaban y bailaban, ya sea para conquistar el favor de los dioses, ya en los diversos momentos de la vida social. Los asirios y los babilonios, por su parte, aplicaron a la música sus estudios de astronomía y matemáticas -por los que se hicieron merecidamente célebres- y crearon así los presupuestos de la concepción cosmológica de la música elaborada por el filósofo y matemático Pitágoras, paso que resultará definitivo para la formación del pensamiento musical en Occidente.
Para los egipcios, como para los pueblos de Mesopotamia, la música tenía un origen divino y sus guardianes atentos y diligentes eran, por consiguiente, los sacerdotes. Toda la población, hombres y mujeres, pobres y ricos, participaba en las plegarias y acompañaba los ritos religiosos con cantos y danzas. Cuando la música no era un instrumento para la oración, contribuía a los momentos placenteros de la vida de las gentes.

La Música en la Antigüedad

Los Orígenes

Al comenzar una historia de la música conviene tener presente con exactitud de qué nos vamos a ocupar.Arte cicládico Una primera vía de acceso a este universo fascinante proviene de todo lo que nosotros pensamos y decimos. Al escuchar a nuestro compositor preferido resulta fácil expresar juicios acerca de sus obras y apreciar la creatividad y la originalidad de una determinada composición respecto a otra. La música es, ante todo, un arte. Es un arte para el que los compositores no recurren a colores o palabras, sino a sonidos. En resumidas cuentas, la música es el arte de los sonidos.
Rodeado por los sonidos de la naturaleza, el hombre ha intentado, quizá desde sus orígenes, reproducirlos y relacionarse de algún modo con lo creado. Utilizando los materiales que le eran más accesibles, ideó instrumentos que le permitieran imitar el canto de los pájaros, el estruendo del trueno o el latido de su propio corazón. Pero hay más: la naturaleza y todos sus fenómenos eran misteriosos y divinos para el hombre primitivo. Los cantos y las danzas se convirtieron en formas de plegaria dirigidas a sus divinidades.
La música nace como expresión del hombre enraizado en su tiempo, en la mentalidad y los problemas del período histórico en que vive. Por esta razón, cada época y cada lugar tienen diferentes músicas y distintos gustos musicales. Un ejemplo son las bandas sonoras de películas pertenecientes a países muy alejados del que vivimos: hay en ellas melodías, timbres e instrumentos muy distintos a los que estamos habituados. Por este motivo, nuestro recorrido histórico no se limitará a las expresiones musicales del mundo occidental, dado que el estudio y el análisis de las creaciones musicales pertenecientes a otras culturas requieren una sensibilidad que les es extraña a los occidentales y sin la cual no es posible apreciarlas ni comprenderlas.

La música en las civilizaciones antiguas

No se sabe cuándo nació la música ni se dispone de una verdadera notación escrita de la misma.
Las culturas del pasado establecieron la manera de transcribir gráficamente los sonidos mucho después de la invención de la escritura y algunas culturas no conservan ningún testimonio escrito de su música. Es más, con frecuencia los documentos se han perdido por completo y el conocimiento de los instrumentos empleados, así como la comprensión de su uso, sólo puede deducirse de los textos escritos y de las imágenes pintadas en los vasos. De cualquier manera, estas informaciones nunca podrán devolvernos las melodías entonadas.
En la Antigüedad se creía que la música tenía orígenes divinos. El único dato cierto es que nació con la danza y que ambas formas expresivas estaban estrechamente vinculadas a una dimensión social y ritual. En las civilizaciones antiguas, el hombre formulaba sus propias plegarias a las divinidades utilizando el canto y la música, acompañándolos a menudo con movimientos corporales rítmicos. Hubieron de transcurrir muchos siglos para que la música se desarrollara como expresión independiente del marco religioso.
El Piano
La palabra “piano” deriva del nombre original en italiano del instrumento, pianoforte (piano: “suave” y forte: “fuerte”), asignado por su primer constructor, Bartolomeo Cristofori. Esto se refiere a la capacidad del piano para producir sonidos con diferentes intensidades, dependiendo del peso que se le aplica a las teclas. Esta característica lo diferencia de sus predecesores, que solo podían producir un único volumen.

De forma breve podríamos decir que el piano está compuesto por una caja de resonancia, a la que se ha agregado un teclado, mediante el cual se percuten las cuerdas de acero con macillos forrados de fieltro produciendo el sonido.